"Un trastorno grave de la comunicación en la familia: se emiten mensajes pero más que
contradictorios; están estructurados de tal modo que mientras afirman algo verbalmente, afirman al
mismo tiempo otra cosa de otro modo, por ejemplo por el lenguaje del cuerpo, y por lo tanto las dos
afirmaciones se excluyen o se bloquean. Es un “doble mensaje doblemente coaccionante” . Así si el
mensaje es una orden, hay que desobedecerla para obedecerla.
Pero también está prohibido hablar de ello o incluso comentar el hecho que es confuso,
contradictorio y “obligatorio”.
Una persona cogida en una situación de “doble coacción” corre el peligro por lo tanto de
encontrarse castigada (o de sentirse culpable) cuando percibe las cosas “correctamente
designada por su familia como “mala” o “loca” (el “enfermo designado”) por haber mostrado que hay una desarmonía – una disonancia – entre lo que ella ve (percibe) y lo que “debería” ver, o sentir
Los sistémicos de esta escuela teórica, designada como terapia sistémica “estratégica”, usan la
paradoja, lo que lo provoca, el “enfermo designado” y su familia. Consideran que la realidad del
problema del enfermo es conocida por el enfermo y también es conocida por su familia.
Lo esencial de las reglas se considera como adquirido y “lógico”: “en nuestra familia”, por lo
tanto sin explicación.
El mito familiar se vuelve manifiesto a través del pattern de funcionamiento: ciertos se
organizan según patterns que consideraría “malsanos” – pero no sé cómo cualificar de otro modo la
traición, la vendetta, el asesinato, la defensa sana o malsana del “honor de la familia”. Estos ritos forman un conjunto, una especie de todo, de Gestalt relacional que está estructurado inconscientemente y que implica a todos los miembros de la familia. Cada uno de estos ritos contribuye a “equilibrar las cuentas
familiares”, la posición o “la actitud explotativa” que está equilibrada o no por una “actitud generosa”. Por momentos, explotamos a nuestra familia y la situación. Un hijo “explota” a su familia porque se hace mantener, alimentar, albergar, etc. y, al mismo tiempo, les da amor u otra cosa; hay una balanza – un equilibrio – entre lo que está recibido y dado, sino, síntomas más o menos graves aparecen.
En un trabajo realizado en pequeño grupo, se observa que lo vivido por los unos despierta los
recuerdos de los demás. Nos ayudamos, nos apasionamos y se despiertan los recuerdos: nos acordamos, volvemos a vivir, se ve, se dice por fin. Después de dos o tres sesiones intensivas de dos o cinco días, los participantes a estos grupos de genosociograma llegan a comprender mejor a su familia, sus mitos y sistemas familiares, su historia, su identidad y lo que les impide ser ellos – mismos.
Robert Musil escribe en El hombre sin cualidad , cuando se refiere a la familia: “Probablemente
los individuos ya han de ser una arquitectura para que el conjunto que forman no sea una absurda
caricatura.”
Para calificar a estos “niños irrompibles”, recientemente se ha acuñado el término de resiliencia,
que designa la capacidad a tener éxito, a salirse de la dificultad, a vivir, a desarrollarse a pesar de la
adversidad ( a pesar de la huella psicológica, incluso biológica dejada por el traumatismo y la herida). Pero el problema se plantea para sus descendientes por el traumatismo transmitido es mucho más fuerte que el traumatismo recibido, tal como se acaba de descubrir recientemente por la dosificación del cortisol, estudio de los receptores a los corticoides y de la secreción del CRF (Cortico- Reliesing- Factor) cuya proporción (citada por Cyrulnik, 1999) es cuatro veces más fuerte en los descendientes que en los traumatizados. Así los hijos de los supervivientes del holocausto padecen tres veces más de síndromes post- traumáticos que sus padres (los cuales padecieron en la realidad y le hicieron frente).
Silvana Olindo-Weber, cuyas investigaciones están centradas sobre las somatizaciones, es decir sobre el “papel que el inconsciente hace jugar al cuerpo”. Relata la historia de una mujer cuyo cuarto hijo, un niño, se despertaba, noche tras noche, chillando. Y luego, en el curso de su terapia, esta paciente se acordó que en la edad de dos años, su hermano pequeño había muerto, una noche de la “muerte repentina del recién
nacido”;
Karl Pribam demostró que el cerebro funciona como un holograma. Los trabajos recientes de Ilia
Prigogine, David Bohm y Fritzhiof Capra, sobre el tiempo y el cuerpo – espacio-tiempo – demostraron que todo está interconectado. La etología animal, desde Darwin a Hinde y Sheldrake, plantea también problemas de
transmisión. Así, Rupert Sheldrake106 se plantea también la cuestión de la transmisión, a partir de una especie de engramación parecida al modo en que los paros ingleses se transmiten la apertura de los frascos de leche, puestos delante de las puertas de las casas, de generación en generación, porque actualmente todo sucede como si ya no tuvieran que aprenderlo.
¿Y por qué, cuando se echa luz y se vuelve a situar en un marco diferente la frase, lo dicho, la
orden, esto ya no sucede?
Es como si, en alguna parte, no se tuviera el derecho de saber y de hablar; y al mismo tiempo,
como si no se tuviera el derecho de olvidar y que, todo esto, se debiera darlo a conocer, pero no decirlo explícitamente, ni siquiera saber que sabemos y que transmitimos: una doble coacción diabólicamente coactiva (double bind), un doble nudo gordiano.
Volvemos a encontrar aquí una característica del secreto. Guy Ausloos observó como nosotros
que “está prohibido saber y está prohibido no saber”.
Todo sucede como si el inconsciente tuviera buena memoria y deseara recordar hechos y
“celebrarlos”. Sin decirlo ni explicarlo; pero el modo en el cual el inconsciente destaca sucesos depende también del modo en que interpreta la familia y comprende lo que sucede y reacciona."
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