Inclasificable libro (Por ahí definido como "novela mágica") el que nos trae el enigmático e indescifrable Nimrod de Rosario. Se trata de una historia a caballo entre la novela de misterio con tintes sobrenaturales, la revisión histórica - Con un acentuado énfasis esotérico- y el tratado doctrinal-ideológico.
Para
ello, se sirve de una entrada propia de las sagas de misterio más
reconocidas: Un asesinato ritual dentro de una inaccesible cámara
psiquiátrica, perpetrado por crípticos e irreconocibles verdugos, a la
que sin duda era la más intrigante de las internadas: Belicena Villca. Esta revelará al protagonista de las peripecias que nos ocupan hoy, el Dr. Arturo Siegnagel,
la pertenencia a una raza "Del Espíritu" cuya misión fundamental es
liberarse de las "Potencias de la Materia", simbolizadas estas por el
poder judeomasónico, en su cara exotérica, y por las entidades álmicas emanadas del Dios Uno, en su faceta esotérica.
Se
aprecian enseguida tintes de la primera Gnosis precristiana, en
particular la dualidad Espíritu-Materia y el concepto del creador del
mundo como Demiurgo esencialmente esclavizador de las entidades
incorpóreas.
El libro se divide, a partir de esa presentación, en
dos partes: La primera es la carta de Villa al que fuera su doctor, en
la cual le narra la caída de los espíritus a la materia, y como esa
dualidad primordial desenlazaba en una guerra invisible entre defensores
de la realidad-espíritu y partidarios de la ilusión-materia, guerra
oculta que, sin embargo, tenía sus ecos visibles en la historia de la
civilización humana. Así, en un claro ejercicio de revisión libre por
parte del autor, asistimos a una relectura de la edad media, los
vikingos, el descubrimiento de América... Todo con personajes que
habitualmente no son quienes los libros de historia clásicos nos han
hecho saber. El recorrido termina su periplo histórico llegando a
nuestros días.
En la segunda mitad, el Dr.Siegnagel, asumiendo ya protagonismo, visita a su tío desaparecido, el cual guarda un nexo oculto con el linaje de Villca. Dicho pariente le narra su actividad como miembro de las SS
nazis durante sus largos años de ausencia familiar, dónde aparece otra
relectura histórica, ofreciendo una visión del nazismo como ferviente
defensor del Espíritu, en tanto que los Aliados brindan su apoyo a las
fuerzas de la "Sinarquía", ejecutores del plan de la materia-ilusión,
comandados por organizaciones judaizantes con sus correspondientes
asesores en el plano esotérico.
El libro no es tratado por el propio autor como una novela mágicade ficción sinó como una historia real, cuyo núcleo y objetivo es el despertar del Espíritu en la Materia, mediante la denominada "Sabiduría Hiperbórea", conjunto sapiencial presuntamente más allá de todo lo creado, que se desarrolla en la natural continuación de esta novela, llamada "Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea", en dos volúmenes, los cuales se citan en el epílogo.
Es una obra sumamente peculiar, en la que aparecen conceptos y personajes de practicamente todas las religiones (Avalokiteshvara del budismo, Binah del misticismo judío, Shiva de la tradición hinduísta, Wothan de la tradición nórdica, y Kristos del propio cristianismo) pero que, según hemos comentado, a menudo poseen atributos, y desarrollan actividades, que en nada se parecen a los que se les atribuye en sus tradiciones de origen.
Fragmentos seleccionados:
“Era tiempo del despertamiento espiritual y del renunciamiento material,
de discriminar claramente entre el Todo del Espíritu y la Nada de la Materia.
Por eso los Cátaros anunciaban la inminente llegada de Lucibel, y alentaban al pueblo a
olvidar el Mundo de la Materia y clavar los ojos interiores sólo en El.
Pero ya es tarde para combatir a los Poderes Infernales: quien ha
vivido cerrando los ojos a la Verdad se ha vuelto débil para sostener la
mirada del Gran Engañador;
Será el tiempo de reemplazar a la Serpiente del Paraíso por el Dragón de Sodoma. ¡Recordad
Sacerdotes que la Tentación de la Serpiente hunde al hombre en el pecado
pero deja intacta su función viril; y que el hombre viril siempre puede
elevarse de la miseria moral mediante la guerra y el heroísmo, y caer en
poder de los Enemigos de la Creación!
¡La Tentación de la Serpiente del Paraíso nada puede contra esa luciférica
determinación de Ser y Existir más allá de los Seres Creados por El Dios Uno.
El Yo se encuentra sumido en el sujeto anímico o
Alma, sea racional, cultural o consciente su campo de acción.
Así, es el “modelo cultural” el principal responsable de la visión
deformada que el hombre tiene de sí mismo y del mundo, dado que se interpone
entre el macrocosmos y el microcosmos.
La relación que se advierte entre aspectos de
un fenómeno, cuantificable matemáticamente como “ley de la naturaleza”,
se origina en la preeminencia de premisas culturales a partir de las cuales
la razón modifica la percepción del fenómeno en sí.
En el hombre dormido el Yo se halla sujeto a la razón. Ella es el timón que
guía el rumbo de sus pensamientos del que por nada del mundo se apartaría;
fuera de la razón están el miedo y la locura. Pero la razón opera a partir de
elementos culturales; ya se vio de qué manera las “premisas culturales
preeminentes” participan en la formulación de una “ley de la naturaleza”. De
modo que el yugo que el Enemigo ha ceñido en torno al Yo es formidable. Se
podría decir, en sentido figurado, que el Yo se encuentra prisionero de la razón y
sus aliados, las premisas culturales;
Ud. un Hombre de Sangre Pura, Dr. Siegnagel. Pero la memoria de la Sangre se halla bloqueada por su Alma. No conoce Ud. la existencia de su Espíritu Eterno ni sabe cómo orientarse hacia el Origen. Padece de una amnesia metafísica que es producto de la
Edad Oscura en que actualmente vivimos, propia del encantamiento con
que las Potencias de la Materia sumen al hombre en el Gran Engaño,
característica de la decadencia espiritual del hombre y de su atracción por
la cultura materialista: en fin, es Ud., Dr. Siegnagel, un hombre dormido.
Pero es un Hombre. Un ser dotado de Espíritu Increado que puede despertar.
Por cometer el “delito” de amar ideales que afectan
algún interés o privilegio.
Eso no es nihilismo; nihilista es la represión desbocada, la censura
asfixiante, la mediocridad instituida, la corrupción oficializada, el lavado de
cerebros digitado, en fin, la tiranía implacable, embozada obscenamente en un
lenguaje “democrático” o “liberal”.
El triunfo del Sistema es la estabilidad de un orden de cosas corrupto, de
una sociedad edificada sobre la usura y el materialismo, de un país dibujado a
plumín, para que se inserte en una geopolítica foránea, planeada al detalle por la
Sinarquía Internacional de los Grandes Imperialismos
“Yo me entregué sin luchar”: dejé que el sentimentalismo me ablandara el corazón, que
me impregnaran las costumbres decadentes del siglo, toleré y conviví con las
más abominables realidades, las mismas en que se hunde lentamente la Cultura
occidental, sin reaccionar. Y no reaccioné nunca porque carecía de reflejos
morales, estaba como dormido, quizás porque en el fondo, como ahora, tenía
miedo de luchar y reaccionar, de enfrentar a fuerzas demasiado poderosas. ¡Oh,
Dios! ¡Me habían convertido en un idiota útil, en un estúpido pacifista!
Expresión de su miserable ineptitud y del drama de su ignorancia, la
interrogación, a partir de la razón, de su lógica, le permite emitir inferencias,
proposiciones, y establecer juicios. Pero el conocimiento obtenido exclusivamente
a partir de la razón, por la interrogación a la realidad del mundo, entraña una -
violencia y una rebeldía embozada. La interrogación lleva implícita la posibilidad
de la respuesta y en esta implicación hay algo soberbio y arrogante. Interroga el
que orgullosamente “sabe” que será saciado en su saber. Esta rebeldía, este
orgullo, esta arrogancia, en fin, esta violencia que subyace en la interrogación es,
por supuesto, totalmente inútil, toda vez que no facilita la liberación del hombre
de su encadenamiento a las formas ilusorias de la materia.
Alguna vez fueron valientes guerreros, es cierto, pero de eso queda sólo el recuerdo; y de recuerdos viven los lisiados y los ancianos. Ellos han sido trabajados por los Sacerdotes
budistas de la Fraternidad Blanca, han sido “moralizados”, es decir,
ablandados, debilitados, amansados, pacificados. Hoy, bajo la aparente
austeridad palpita el Dragón de la Envidia por el lujo y la Cultura occidental; bajo
el disfraz de la humildad jadea el burgués deseoso de todos los placeres; bajo la
máscara del guerrero consagrado a las penurias de la lucha, está el rostro
pusilánime del que ama las comodidades de la paz; bajo el declamado honor se
oculta la traición.
El Alma Creada está pronta a traicionarnos
pues su substancia es parte del Creador, partícipe de su Arquetipo a imagen y semejanza!
Nuestro Guru os ha revelado el Kilkor svadi, mediante el cual
es posible formar cualquier palabra o nombre de cosas Creadas; y vos
conocéis el nombre de vuestro enemigo. Oh Sahakaladai, Magia es Poder: y las
palabras y nombres son los utensilios de la Magia.
De pronto todo lo anímico y vital, que era
asimismo todo lo maligno, se trasladaron “fuera” de mi Yo, a mi cuerpo
animal y al Mundo donde habita el cuerpo animal. Por primera vez me sentí
Yo, solo Yo; Yo, rodeado por las Potencias de la Materia; Yo, sitiado por el
Dios Creador del Universo.
El ente fenoménico se presentó completo, íntegro en su manifestación.
Sin embargo no es posible aprehenderlo en su totalidad; a poco que se lo
observe una parte del mismo se hace eminente, sobresaliendo y destacándose
por sobre otros aspectos. La unidad del fenómeno ha quedado rota en favor de
la pluralidad de cualidades que se es capaz de atribuirle.
"Sobrevendría entonces la Batalla Final entre los Hijos de la Luz y los Hijos de las
Tinieblas, vale decir, entre quienes adorasen al Dios Creador con el corazón y
quienes comprendiesen a la serpiente con la mente."
"Por eso el Hombre de Piedra Inmortal no hablaría, o hablaría muy poco, en adelante:
estaba muy cerca de la Sabiduría Hiperbórea de los Atlantes blancos y ese saber
no podía ser explicado a los hombres dormidos que amaban a la Vida y temían a
la Muerte Liberadora."
Para comprender el problema hay que considerar que lo que los Cátaros
conocían en realidad era la Sabiduría Hiperbórea, a la que enseñaban valiéndose
de símbolos tomados del mazdeísmo, del zervanismo, del gnosticismo, del
judeocristianismo, etc. Por consiguiente, predicaban que el Bien era de
naturaleza absolutamente espiritual y estaba del todo fuera de este Mundo; el
Espíritu era Eterno e Increado y procedía del Origen del Bien; el Mal, por el
contrario, tenía por naturaleza todo lo material y creado; el Mundo de la
Materia, donde habita el animal hombre, era intrínsecamente maligno;
El animal hombre, creado por Satanás,
tenía dos naturalezas: el cuerpo material y el Alma; a ellas se había unido el
Espíritu Increado, que permanecía desde entonces prisionero de la Materia;
el Espíritu, incapaz de liberarse, residía en el Alma, y el Alma animaba el
cuerpo material, el cual se hallaba inmerso en el Mal del Mundo Material;
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