Blog donde recopilo lo (subjetivamente) mejor de fragmentos, artículos y reflexiones de textos místicos, religiosos, espirituales o filosóficos que me voy encontrando por mis peripecias literarias.

Max Stirner, "El único y su propiedad"

El único y su propiedad (Letras clásicas) : Stirner, Max, Hernández Arias,  José Rafael: Amazon.es: Libros

"Pero la libertad de los que piensan es la libertad de los hijos de Dios,
es la más despiadada jerarquía o dominación del pensamiento,
porque Yo soy sometido al pensamiento. Si los pensamientos son
libres, Yo estoy dominado por ellos, no tengo sobre ellos ningún
poder y soy su esclavo. Pero Yo quiero gozar del pensamiento,
quiero estar lleno de pensamientos y sin embargo, liberado de
los pensamientos, Yo me quiero libre de pensamientos, en lugar
de ser libre de pensar.

Para hacerme comprender y para comunicarme con los de-
más, Yo no puedo utilizar más que medios humanos, medios
de los que dispongo porque, como ellos, soy hombre. Y en rea-
lidad, en cuanto hombre, Yo no tengo más que pensamientos,
mientras que en cuanto Yo, carezco, además, de pensamientos.
Si uno no se puede apartar de un pensamiento, no se es nada
más que hombre, un esclavo del lenguaje  La lengua o la
palabra ejercen sobre nosotros la más espantosa tiranía, porque
conducen contra nosotros todo un ejército de ideas obsesivas. Si
uno se observa a sí mismo en el acto de refl exionar, en este pre-
ciso instante, descubrirá que sólo progresa abandonando todo
pensamiento y discurso. No es sólo durante tu sueño cuando careces de pensamiento
y de palabras; careces de ellos en las más profundas medita-
ciones e incluso es justamente entonces cuando más careces de
ellos. Y no es más que por esa ausencia de pensamientos, por esa
libertad de pensar desconocida o libertad frente al pensar, por
lo que Tú te perteneces. Sólo gracias a ella llegarás a usar del
lenguaje como de tu propiedad."

 

"Solamente Yo no soy puramente una abstracción, Yo
soy Todo en Todo, por consiguiente soy hasta abstracción
y nada, soy todo y nada. Yo no soy un simple pensamiento,
pero estoy lleno, entre otras cosas, de pensamientos; soy un
mundo de pensamientos. Hegel condena todo lo que me es
propio, mi hacienda y mi consejo privados. El pensamiento
absoluto es aquel que pierde de vista que se trata de mi
pensamiento, el que Yo pienso y que sólo existe por Mí. "


"Feuerbach le reprocha a Hegel abusar de la lengua desviando una multitud de palabras de la acepción natural que les atribuye la conciencia; él mismo comete, sin embargo, la misma
falta cuando da a la palabra “sensible” (sinnlich) un sentido tan eminente como inusitado. 


No hay una verdad, ya sea el derecho, la libertad, la humanidad, etc., que tenga una existencia
independiente de mí y ante la cual yo me incline. Son palabras y
nada más que palabras, como para el cristiano las cosas no son
más que “vanidades”. En las palabras y en las verdades (cada
palabra es una verdad y, como Hegel sostiene, no es posible decir
una mentira) no hay salvación para mi, ni más ni menos que no
hay salvación para los cristianos en las cosas y en las vanidades.
Lo mismo que las riquezas de este mundo, las verdades no pueden hacerme feliz."


"Se puede decir, por el contrario: si quieres continuar ocupán-
dote en pensamientos, sólo de ti depende; debes saber únicamen-
te que si quieres conseguir algo considerable, hay una multitud
de problemas difíciles a resolver, y si no los superas, no llegarás
lejos. Para ti, ocuparte en pensamientos no es un deber o una
vocación; si, no obstante, quieres ocuparte de ellos, harás bien
en aprovechar las fuerzas gastadas por los demás para mover esos pesados objetos."



"Nada, ningún interés supremo de la humanidad, ninguna causa sagrada vale que Tú la sirvas y te
ocupes de ella por amor de ella; no le busques otro valor que en
lo que vale para Ti. Recuerda por tu conducta la palabra bíbli-
ca: “Sed como niños”; los niños no tienen intereses sagrados ni
tienen ninguna idea de una buena causa.
El pensar no puede cesar así como no puede acabar el sentir.
Pero el poder de los pensamientos y de las ideas, la dominación
de las teorías y de los principios, el imperio del Espíritu, en una
palabra, la jerarquía, durará tanto tiempo como los sacerdo-
tes tengan la palabra, los sacerdotes, es decir, los teólogos, los
fi lósofos, los hombres de Estado, los fi listeos, los liberales, los
maestros de escuela, los criados, los padres, los hijos, los espo-
sos, Proudhon, George Sand, Bluntschli, etc., etc. La jerarquía
durará tanto como se crea en los principios; tanto como se pien-
se en ellos y aunque se los critique; porque la crítica, incluso la
más corrosiva, la que arruina todos los principios admitidos,
aún cree en defi nitiva en un principio.



Una libertad de enseñanza racional que no reconozca más
que la “conciencia de la razón” no nos conduce a nuestra
meta; tenemos mayor necesidad de una libertad de enseñanza
egoísta, que se pliegue a toda individualidad, por la que Yo pue-
da hacerme comprensible, y explayarme sin que nada me lo im-
pida. Que Yo me haga inteligible, la razón es sólo eso, aún si me
comporto de modo irracional; si me hago comprender y si me
comprendo Yo mismo, los demás gozarán de Mí como Yo gozo,
y me consumirán como Yo me consumo.
¿Qué se ganaría con ver hoy al Yo razonable libre, como lo
fue en otro tiempo el Yo creyente, el Yo legal, el Yo moral, etc.?
Esa libertad, ¿es mi libertad?
Si Yo soy libre en tanto Yo razonable, entonces es lo razonable
o la razón lo que es libre en mí, y esa libertad de la razón o
libertad del pensamiento ha sido siempre el ideal del mundo
cristiano. "

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