"No sólo se “globaliza” la moral de Occidente, sino que se profundiza el potencial represivo de dicha disposición ética: abolir la esclavitud, pero para afianzar la nueva ‘servidumbre’ del trabajo asalariado; practicar la tolerancia religiosa, pero asegurándose de que subsistan las iglesias, esas “hermanas de la sanguijuela” (por utilizar una expresión de Lautreámont); escolarizar a las mujeres, para ‘moldear’ también, en el conformismo y en la indistinción, la subjetividad femenina; permitir los matrimonios entre distintas razas, de modo que el color de la piel no sea un obstáculo para ese “fin de la experiencia” (Lawrence) que la institución familiar garantiza; ‘tolerar’ la homosexualidad, pero siempre señalándola con el dedo y con una mueca de asco en el rostro; permitir la objeción de conciencia, pero sólo ante la guerra (¿por qué no ante la Escuela, por ejemplo?)"
"El estado actual de la Democracia es lastimoso. Se ha quedado sin oponente, pero se dice que también sin sustancia... El desapego de la ciudadanía ante su pretendida “fórmula de autogobierno” no admite ocultamiento: abstención electoral masiva, descrédito generalizado de los dirigentes y sus camarillas, marea alta del apoliticismo,... Impera un difuso desencanto político que en realidad es desafección a la democracia. Como he indicado más atrás, esta aceptación resignada -y, curiosamente, desengañadadel sistema demo-liberal puede interpretarse como simple docilidad de la población ante un régimen que se proclama ‘sin alternativa’. Todo cuanto la Democracia prometía (el gobierno del pueblo por el pueblo, la transparencia de la gestión pública, la libertad política,...) se ha venido abajo; y, sin embargo, es ésta la fórmula que ha triunfado, enterradas las restantes modalidades de organización política. Su victoria sabe amarga, pues se ve empañada por el mencionado movimiento de deserción cívica -que la castiga con todos los signos del “consentimiento apático” y de la “des-participación benevolente”
"El “fascismo” no se percibiría ya, desde esta plataforma conceptual, como un ‘horror’ enterrado para siempre en el pasado; sino como una opción para el Capital, una mera alternativa funcional a la Democracia, monstruo sustitutorio que muy fácilmente puede re-visitarnos, una baza a la que jamás renunciarán las burguesías dominantes... Según esta interpretación, sin duda menos tranquilizadora, el “fascismo” no constituye la antítesis de la “democracia”: aparece más bien como su hermano de sangre"
"En segundo lugar, el “demofascismo” se caracteriza por la subrepción progresiva (invisibilización, ocultamiento) de todas las tecnologías de dominio, de todos los mecanismos coactivos, de todas las posiciones de poder y de autoridad. Tiende a reducir al máximo el aparato de represión física, y a confiar casi por completo en las estrategias psíquicas (simbólicas) de dominación. La dialéctica de la Fuerza debe ceder ante una dialéctica de la Simpatía... La represión posdemocrática resulta, francamente, ‘muy buena’ como represión. Decía Arnheim que, en pintura como en música, “la buena obra no se nota” -apenas hiere nuestros sentidos. De este género es, me temo, la represión demo-fascista: buenísima, ya que ‘no se nota’, casi no se ve. Su ideal se define así: “convertir a cada hombre en un policía de sí mismo”. Y, en la medida en que deban subsistir figuras explícitas de la autoridad, posiciones empíricas de poder, éstas habrán de dulcificarse, suavizarse, diluirse o esconderse: policías “amistosos”, carceleros “humanitarios”, profesores “casi ausentes”"
"Para un hombre que ha robado tanto como yo, y que siempre ha considerado la ‘desobediencia’ como la única moral, aquellas imágenes, estampas de pesadilla, auguraban ya la extinción del corazón humano -será sólo un hueco lo que simulará latir bajo el pecho de los hombres demofascistas..."
"En el plano político, el fracaso del Capitalismo se manifiesta en aquel movimiento de “deserción cívica” de la Democracia comentado por Marcel Gauchet: “cáscara sin contenido y sin ciudadanos”, el régimen liberal subsiste meramente como ritual -vale decir, por inercia, por docilidad."
el liberalismo constituye hoy una ideología cadáver, definitivamente estéril, batiéndose en retirada en todos los frentes; una ‘farsa sangrienta’ que se acepta cínicamente (P. Sloterdijk) y que en su carrera hacia la doblez absoluta, hacia la impostura radical, ha alcanzado ya la meta de todas las metas: justificar el desencadenamiento de “guerras humanitarias”, sostener la posibilidad de unos “ejércitos pacificadores”, de unas “tropas de paz”...
"O, lo que es lo mismo, a la mundialización de una Cultura y de un Sistema que han fracasado hasta en su casa y que, más allá de esa hegemonía planetaria, carecen de futuro. Sólo desde el “cinismo” (saber lo que se hace, y seguir adelante) puede uno involucrarse en esa tarea."
"Por eso he hablado de un temor “aristocrático”: la minoría que vive bien en el planeta teme que se hunda el edificio económico-político-cultural que garantiza su bienestar; la mayoría que vive mal, y especialmente la porción que ya no puede vivir peor, apenas alberga ese miedo y casi celebraría un Colapso definitivo, el Fin de lo Dado, para que, de las ruinas, pueda surgir algún día otra cosa -ya no le queda nada que perder...Ocultando deliberadamente que el Paraíso de unos coincide demasiado a menudo con el Infierno de otros: en una sociedad dividida en clases, ¿dónde están los bienes comunes?; y ante el choque de culturas antagónicas, ¿qué es del interés general?"
"Los ‘signos’ de la crisis del Capitalismo, de su “vejez” irreversible, son clamorosos: la denominada “cancelación de las ideologías”, una verdad parcial, y el ascenso de un ‘escepticismo’ minusválido, de un pragmatismo a-teórico, con lo que ello implica de renuncia al pensamiento (no-pensamiento), de postración de la imaginación crítica y del impulso creativo; el “agotamiento” de todas las artes y la “anemia” de la producción cultural; el “abstencionismo” político y el descrédito indisimulable de la dinámica electoral; la pobreza invasora; la certidumbre de una “quiebra ecológica” que sólo cabe ya posponer; etc."
"¿No será que lo único que nos parece mal de este Infortunio cotidiano, en cuyo corazón viven ya millones de personas, lo único que nos inquieta y estremece, es que mañana pueda también afectarnos a nosotros, los occidentales, los hombres y mujeres que durante los últimos siglos hemos hecho todo lo posible para que la Catástrofe sea el destino de los demás y ahora retrocedemos espantados ante la sospecha, si no la certidumbre, de que también habrá de ser el nuestro ? ¿Qué es lo que tanto tememos de la Catástrofe?"
"Pues bien, esa represión cotidiana de la Diferencia se acentúa en las Escuelas, operando a través de la figura ‘moral’ del Educador y de la “opinión” consciente e inconsciente del conjunto de los estudiantes. Es una represión diaria, de cada hora, ejercida por la comunidad de estudiantes y profesores. Los comportamientos que escapan a la racionalidad docente (o escolar) son ‘atacados’ de dos maneras: por la antipatía y la marginación con que el grupo responde al individuo ‘diferente’ (esos niños con los que nadie quiere hablar, a los que no se admite en los juegos; esos estudiantes con los que nadie quiere trabar amistad, a los que nunca se recurre), y por la actitud “correctora” del Educador, que ve ahí un problema y procura subsanarlo por la vía de una ‘normalización’ del afectado (“no te aísles”, “intenta integrarte”, “haz un esfuerzo”,...)."
¿Cómo explicaría un maestro europeo la proscripción islámica del “interés” en tanto usura, su des-legitimación de toda actividad bancaria? ¿Qué diría un “funcionario de educación” de la desafección gitana hacia la Casa (propiedad, patria) y de su empecinado amor al Camino?
"La “atención a la diferencia” se convierte, pues, en un sistema de adjetivación y clasificación que ha de resultar útil al maestro para vencer la hostilidad de éste o aquél alumno. Más que ‘atendida’, la Diferencia es tratada.
“Así como el filántropo es el azote de la esfera ética, el
azote de la esfera intelectual es el hombre ocupado siempre en la educación de los demás” Oscar Wilde
"Siguiendo a P. Bourdieu, Carlos Lerena ha recapitulado, en este sentido, que “la función primaria del sistema de enseñanza (...) es la de imponer la legitimidad de una determinada cultura, lo que lleva implícito la de declarar al resto de las culturas ilegítimas, inferiores, artificiales, indignas”. El “respeto de la diferencia cultural” es, por ello, sólo un postulado demagógico que oculta el exterminio de la alteridad y la uniformización psíquicocultural de las poblaciones... "
"“se puede afirmar que la enseñanza no ha sido más que uno de los instrumentos de la penetración colonial, al servicio de la dominación política, de la explotación económica y del proselitismo religioso. Es necesario añadir que esta penetración ha sido violenta, y que los mercaderes, los misioneros, los administradores y los maestros fueron siempre precedidos, acompañados o seguidos por los soldados. Se ve así el carácter doblemente violento de la Escuela en el África negra: primero, por la imposición de su existencia misma, y, segundo, por la imposición del arbitrario cultural que aquélla difunde” (Sociología de la Enseñanza en el África Negra)."
"De aquí sólo puede desprenderse un aniquilamiento ‘global’ de la Diferencia, una homologación cultural planetaria en torno a los principios y los valores de Occidente, la conservación decorativa de rasgos ‘diversos’ de unas Culturas des-vitalizadas, la producción en serie de sujetos aterradoramente dóciles, encargados de su propia coerción, la repetición indefinida de unos no-pensamientos irrelevantes y la aceleración del proceso de decadencia y derrumbe de nuestra Civilización"
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