"...
Mi vida había llegado a un punto en que, sin temor a exagerar, puedo
decir que no sabía bien ni quién era: había viajado a muchos países;
había leído miles de libros; tenía una agenda con muchísimos contactos y
me había enamorado de más mujeres de las que podía recordar.
Como
muchos de mis contemporáneos, estaba convencido de que cuantas más
experiencias tuviera y cuanto más intensas y fulgurantes fueran,
más
pronto y mejor llegaría a ser una persona en plenitud. Hoy sé que no es
así: la cantidad de experiencias y su intensidad solo sirve para
aturdirnos. Vivir demasiadas experiencias suele ser perjudicial.
No
creo que el hombre esté hecho para la cantidad, sino para la calidad.
Las experiencias, si vive uno para coleccionarlas, nos zarandean, nos
ofrecen horizontes utópicos, nos emborrachan y confunden…
Ahora diría
incluso que cualquier experiencia, aun la de apariencia más inocente,
suele ser demasiado vertiginosa para el alma humana, que solo se
alimenta si el ritmo de lo que se la brinda es pausado."
"Como casi todo el mundo, también yo ando siempre persiguiendo lo que me agrada y rechazando lo que me repele. Estoy un poco harto de vivir así: atraído o repelido, corriendo en pos de algo o, por el contrario, alejándome de ello todo lo posible. Una existencia que discurre tomando y repudiando termina por resultar agotadora, y me pregunto si no sería posible vivir sin imponer a la vida nuestras preferencias o aversiones."
"Durante la meditación puedo inclinarme reverentemente ante el banquito o el cojín, pero en mi vidaordinaria no es raro que lo haga ante mi prestigio profesional, que cuido como la más delicada de las plantas; o ante la cuenta bancaria, cuyos movimientos controlo con reveladora frecuencia; oante el bienestar característico de una vida acomodada, por el que no reparo en gastos. Entusiasmado con mis postraciones rituales e ignorante de cómo las postraciones existenciales son las que de verdad cuentan, en la meditación he descubierto lo limitada y burda que resulta esta forma de conducirse."
"Pero hoy sé, y lo digo con tanto orgullo como humildad, que conectar con el propio dolor y con el dolor del mundo es la única forma, demostrable, para derrocaral principal de los ídolos, que no es otro que el Bienestar."
"A quien no medita le gusta, por lo general, vivir con emociones; a quien medita, en cambio, le gusta vivir sin ellas."
"En el zen no se intenta nada: se hace o no se hace, pero no se intenta. Y hay en el zen —como en el taoísmo en general— una singular preferencia por el no-hacer, convencido como está de que buena parte de las cosas en este mundo funcionaría mejor sin la intervención humana, que tiende a violentar su ritmo natural o a crear efectos secundarios de incalculables proporciones."
"Las ideas que decimos acariciar no son nuestras; nuestras aspiraciones son las de nuestros padres, y hasta nos enamoramos de personas que en verdad no nos gustan. ¿Qué nos ha pasado para sucumbir a semejante impostura?"
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