Poema de principios del s.XIV, incorporado al canon taoísta de la dinastía Ming, se le atribuye a la inmortal Cao Wenyi:
“Me voy a dirigir, sin reservas, a todos los adeptos: La respiración verdadera, vuestro tallo vital, Ilumina el cuerpo, conduce a la larga vida, al vacío que no es vacuo; Es un espejo mágico que contiene el cielo y a todos los seres. Cuando el tai-chi ha operado su milagro, obtenéis el Uno Que debéis conservar sin perderlo nunca más. Que vuestra alma resida en el vacío de los palacios internos. Que el fuego evapore totalmente del interior del palacio mágico los licores sanguíneos. De costumbre, se alternan la tristeza, la alegría, la preocupación, El relajamiento, el cansancio; el cuerpo infestado de parásitos Se os deteriora noche y día, caminareis a tientas desde la ignorancia, Sin apoyos contra el agotamiento de la vida y del alma, Un desgaste fino y progresivo os destruye; En cuanto se agota la armonía original, el alma se escapa. Sentados en meditación o en la acción, cultivad el dhyana Como sólo el sabio sabe hacerlo. Cuidad celosamente el brote tierno y el frágil capullo Sin dejarnos llevar ni despistar por vuestros sentidos. ¿Sabrá ver el que cojea que tiene que arrancarse la espina? ¿Acaso puede un barbecho baldío dar una buena cosecha? Bajo el régimen del fuego, podréis realizar la Obra en nueve años. Haceros eco de las cosas con él no-espíritu, y de las metamorfosis con el alma, Pues el espíritu no-espíritu es el verdadero espíritu,
Estado sin deseo, más allá del reposo del movimiento. El alma es la naturaleza innata, el aliento energético es la fuerza vital; Para que el alma no se escape, fijad el aliento, Pues alma y aliento no van el uno sin el otro Y perder a uno de los dos es perder el propio timón. Unidlos en el Uno, y luego olvidad el Uno; Apareced o desapareced con las transformaciones originales; Atravesad fácilmente el metano la piedra; Sentados en meditación o de pie, abandonad instantáneamente vuestro cuerpo. Esta vía, fácil de conocer pero difícil de practicar, Se completa cuando todo acto se cumplen el olvido del acto. El verdadero esfuerzo no es, en absoluto, contener la respiración Ni computar las respiraciones como describen los cuadros, Pues el cansancio que produce en tales ejercicios es parecido al cansancio del mundo exterior que pretendéis abandonar. Tomad, pues, como modelo al embrión en el vientre de su madre, Que no concibe objetivos ni proyectos. Una vez se fluidifica el aliento vital condensado, el alma Se queda dentro; La respiración verdadera se produce libremente, Fina y continua, y regresa a la fuerza vital; La fuente mágica se pone a manar espontáneamente . Treinta y seis mil, ésa es la cifra de la Gran Obra, Gracias a la cual el yin y el yang evolucionan, Todas las partes del cuerpo se dulcifican E irradian en una luz que todo lo penetra. En cuanto a los tres Peng son echados de sus moradas yin, Los soberanos acuden en audiencia al palacio del Emperador Rojo. ¿De dónde sale este ser real?, me preguntaréis; De la terraza mágica, donde siempre ha vivido. Tapado antaño por las nubes y por la niebla espesa, Hoy emerge de todo ello, pues el ojo divino se ha abierto. Ha hecho falta más de un amanecer y más de un crepúsculo.
Para llegar a ver su verdadera naturaleza sin necesidad de técnicas. A base de mantener una voluntad férrea en medio de la niebla helada, A base de alimentar la sabiduría luchando a brazo partido Contra los demonios yin, A base de vaciar y purificar la mente, A base de concentrar la esencia, Aquí estáis, por fin, en el reino puro de Huaxu. Toda empresa empieza por la colocación de los cimientos Hasta que todo se produce por la no acción, Purificando de vuestros pensamientos el espejo de la mente Y controlando, incluso en sueños, la esencia y el alma. Ni movimiento ni reposo, ese es el gran principio; Ni redonda y cuadrada, así es la vida suprema. La revolución interna de la armonía original conduce a la perfección; No la busques en la respiración externa. Al igual que el árbol carcomido pierde su verde follaje, El alma no puede apaciguarse si no se ha fijado el aliento original. No hagáis ya distingos entre mucosidad, esperma o sangre, Esa agua que nunca tuvo un lugar fijo Se transforma siempre según los pensamientos. Dentro del cuerpo, el calor genera sudor; La tristeza hace brotar las lágrimas; En los riñones, el deseo engendra esperma; En la nariz, el viento provoca mucosidad. Esa agua que irriga todas las partes del cuerpo Sigue siendo, en todas circunstancias, un agua divina. Pocos son los que lo conocen, es agua indefinible, Engendrada por el verdadero aliento energético, fuente de vida. Si obráis es desde la calma y sin pensamientos, la conoceréis. Apaciguad la mente, medid vuestras palabras, mantened ayunos Y respetad preceptos; Sólo entonces el sabor inefable de esa ambrosía Calmará vuestra sed, desvelando lo simple lo real. Un buen día, la Obra se culmina, y sois libres;
Pero, antes, tenéis que poner vuestros esfuerzos en la fusión del elixir. Que la realización de esos esfuerzos no conllevé tensión, Pues el alma original se nutren lo apaciguado. Todo espíritu se afana por encontrar la libertad sin alcanzarla; Hay que saber, según cada cual, apretar o soltar el puño. En su día, tuve que acumular sinsabores, Vivir en solitario, vestir de manera sencilla de alimentarme de poca cosa; Pero sabía que el cuerpo y la fama No son más que obstáculos en el camino. Cuando hayáis encontrado un lugar tranquilo donde hacer las prácticas, Cultivad con determinación la gran concentración. ¡Qué difícil es perfeccionar a la vez el cuerpo y el alma! Si no habéis podido desplegar el cuerpo, empezad por la naturaleza innata. Para ello, abandonad celebridad y lucro, Amputad toda pasión y ya no habrá impedimentos. ¿Cuál es el obstáculo? Todo depende de vuestro valor y de vuestra voluntad. ¿Quién os pone cortapisas? Todo está en vuestras propias manos. Gozar de gran renombre, Ser un escritor reconocido, todo eso son bagatelas. Manteneos indiferentes a la ropa sofisticadas y a las mesas opulentas; Acumular bronce y jade no os conducirá a la salvación. Poemas en prosa, cantos y versos bien rimados No son más que tropiezos en el camino. Sed como la neblina o el humo vaporoso, Como las flores o como las colgantes inflorescencias del sauce. Más lo que pasa es que flota es entre cielo y tierra, Sin convertiros jamás en lluvia o infecundo rocío, Pues nada os atrae tanto como el cuerpo y la gloria, Y las costumbres gobiernan vuestra vida. En el centro de esta vida, concentrados en el alma y en el aliento vital, Calmadlos para no sufrir en vano. ¿Nos parece triste tener una morada tan bella Y dejar su salas de bronce y de jade sin huésped?. Estimulad, pues, al verdadero dueño para que la habite,
Para que retoce en la inmensidad del vacío. El ser en el seno del no-ser: ¡oh, maravilla inconmensurable! No olvidéis que el niño bien alimentado beneficia a su madre. Dejaos estar de saberes y de talentos literarios; Impasibles, recoger vuestra esencia y vuestra alma, No paráis de avanzar con decisión en la mente; De este modo la vía jamás os dará la espalda.”
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