Blog donde recopilo lo (subjetivamente) mejor de fragmentos, artículos y reflexiones de textos místicos, religiosos, espirituales o filosóficos que me voy encontrando por mis peripecias literarias.

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…La ciudad también me obsequiaba vivencias preciosas. Recuerdo una bonita escena, acaso intrascendente por sí sola, pero que no olvidaré mientras viva. Serían las doce del mediodía cuando el taxi donde viajaba se paró en uno de los múltiples cruces…una anciana se acercó a la ventanilla del coche, con una sonrisa hipnótica. Sus ojos irradiaban la bondad más absoluta y su cara, muy morena, estaba notablemente ajada, debido al paso de los años y, seguramente, también a la pena y la soledad. Era vendedora de rosas, como las que llevaba en su mano, frescas y de un rojo intenso, tanto como el interés que ella despertó en mí.
—Cómpreme una flor, se lo ruego— pidió con voz melosa—, su novia estará contenta.
—Señora, no tengo novia.
—Pues yo seré su novia— dijo dulcemente sin dejar de sonreír.
La ternura de aquella mujer me caló tan hondo que le compré todo el ramo, abonándole una cantidad de rupias equivalente a varios ramos mas. Su expresión de alegría fue un hermoso regalo y me sorprendí contento y feliz al ver la sonrisa de aquella anciana, al pensar en su júbilo, en su ilusión. A partir de ahí empecé a percibir, de una manera intensa lo placentera que es la acción de dar. Entregar sin esperar nada a cambio. Regalar, pensando tan sólo en aquel que recibe.
Hacer felices a los demás es el verdadero secreto de la felicidad; no hay otro truco. Desprendernos totalmente de nuestros propios intereses y centrarnos en los de los demás y en lo que pueda hacerlos felices. Ésa es la fórmula indiscutible para dar sentido a nuestra existencia, para bailar al compás marcado por el verdadero impulso de humanidad y vida. Somos instrumentos de amor, y los instrumentos sólo tienen valor y significado cuando son escuchados por una audiencia.
Buscamos siempre nuestra propia dicha, esperando ser más felices teniendo esto o comprando lo otro, imaginando que vivimos de una u otra manera y buscando en otros las alternativas para llegar a nuestra propia plenitud. No, ése no es el camino. Únicamente pensando en los demás y olvidándonos de nuestros intereses y ambiciones podremos comprender y adquirir plenamente el sentimiento de la felicidad con todas sus notas y matices.
Debemos actuar como el cristal de una ventana a través del cual se mira. Del mismo modo que nuestras miradas van más allá de los cristales y se centran en los bellos horizontes que se descubren tras él, nosotros también debemos ir más allá de nuestros objetivos egoístas. Buscar nuestra `propia felicidad es no ver más allá del cristal."
"¿A partir de qué límite el dinero deja de ser una necesidad para convertirse en un veneno social?"
"Empecé a ver a toda persona como lo que realmente es: una extensión de nosotros mismos. Porque nosotros somos, a la vez, extensiones de ellos y todos formamos parte de un mismo universo.
Debemos apreciar a cada ser humano como a nuestro hijo, nuestro padre, nuestro hermano. Sólo entonces escucharemos en cada voz y veremos en cada mirada una intensa llamada a nuestro amor."

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