"Desde el pasado siglo, la ciencia oficial pretende, aunque sin aportar ninguna prueba
de lo que afirma, que el hombre es una especie de animal que ha ido perfeccionándose poco a
poco en el curso de los siglos. Asombrosa opinión, que a fin de cuentas no es más que una
simple profesión de fe, una hipótesis completamente gratuita que tenemos que aceptar como
un dogma, y según la cual la vida habría aparecido por azar en al seno del mar: unas moléculas
se asociaron por azar, súbitamente, y siempre por azar, empezaron a absorber ciertas cosas
que les complacían y a rechazar otras que no les convenían. Luego, tras aquella invención del
metabolismo, aquella «célula» formó, asociándose por azar con otras a las que había ocurrido
lo mismo, una especie de colonia llamada «tejido». Siempre por azar, aquel tejido encontró
otros, cuyas vocaciones metabólicas eran distintas de las suyas (cabe preguntarse cómo y por
qué), se asoció con ellos y así apareció un «organismo».
Parece ser que era un pez, pero el pez en cuestión, que debía ignorar el proverbio, por
lo visto no era feliz en el agua, puesto que se nos enseña que se las ingenió para transformar
sus branquias en pulmones y sus aletas natatorias en patas para convertirse en reptil y vivir
sobre la tierra. Nuestro supuesto antepasado, a pesar del carácter milagroso de aquella
promoción, no fue sensible a ella, ya que decidió que arrastrarse por el suelo no constituía
finalmente un ideal. La prueba está en que se fabricó inmediatamente un par de alas,
partiendo de sus ex aletas natatorias convertidas en patas delanteras, a fin de poder realizar su
nuevo sueño: volar. Otros, en cambio, que probablemente no tenían vocación aérea, lo mismo
que los que habían decidido, por motivos que se nos escapan, continuar siendo peces, no
emigraron a tierra firme, se negaron a cambiar de medio pero, para no ser menos que sus ex
semejantes, empezaron a transformar frenéticamente tal o cual parte de su cuerpo, porque
era absolutamente preciso, al parecer, que las transformaciones se llevaran a cabo…"
"abiendo que todo síntoma, desde el más dramático, es evidente, hasta el más leve,
aporta su propia «calidad» a las de los pulsos; sabiendo por otra parte que las condiciones de
examen de los pulsos exigen que sea evitado todo parasitaje, buscando, en particular un
estado de calma óptimo, y que un síntoma no es nunca señal de calma."
"«Uno produce Dos —dice Lao Tse— (la Unidad crea el Cielo y el
Suelo), luego Dos produce Tres (el hombre, tercer término por su aparición entre Cielo y
Suelo), y todo existe a partir de ahí». La cuarta (do-fa) debería seguir la tercera, pero en cuanto
aparece se convierte inmediatamente en cinco, por la necesidad del referencial. En otras
palabras, el número cuatro no es concebible al margen de su punto de apoyo (la quintaesencia
que buscaban los griegos."
"analógicamente, el solo hecho de que estemos actualmente en
determinadas condiciones de existencia (el espacio-tiempo), demuestra que nunca estuvimos
en ellas anteriormente, y que nunca volveremos a estar en ellas, lo que elimina radicalmente
toda noción de reencarnación (que no hay que confundir con lo que las sub-tradiciones llaman
metempsicosis y transmigración, fenómenos pertenecientes a ciertas categorías de recuerdos).
Eso no excluye, en el sentido metafísico, la permanencia del ser que, según la ley de los ciclos,
persiste por el contrario gracias al centro de su plano superior, cualitativo, y dotado por ello de
una duración ilimitada que en ningún modo posee la cantidad, aunque cambia de órbita, es
decir, de condiciones de existencia, cada vez que termina un ciclo para empezar otro."
"Entre los elementos nutritivos inventariados en la tabla que estamos estudiando se
encuentran en primer lugar los sabores: picantes (sector derecho) son los iones alcalinos sobre
la lengua, diametralmente opuestos a los sabores ácidos (sector izquierdo); amargos son los
productos torrefactados o quemados (elemento Fuego), tales como el café, la achicoria, el té,
el tabaco para fumar, y se observa que, efectivamente, todos ellos son estimulantes del sector
superior del plano d las funciones Tang (capa A), o sea, el corazón y encéfalo. En el sector
inferior del plano, sector que corresponde al final de un ciclo en el que todo desaparece
teóricamente, se encuentran las sales solubles puesto que la disolución (desaparición) es la
definición misma de todo sector inferior. En el centro, los azúcares participan tanto del eje
vertical como su calidad de hidratos (Agua, sector interior) de carbono (Fuego, sector
superior), como del eje horizontal, que representa aquí los aniones y cationes necesarios para
la formación de la cadena hidrocarbonatada."
"«Nuestros antepasados eran unas personas extraordinarias: vivían durante centenares
de años, no estaban nunca enfermos, sabían desplazarse en el espacio utilizando unos medios
que nosotros ya no tenemos, veían y oían cosas que nosotros no vemos ni oímos ya. ¿Ha
perdido algo la humanidad?».
El hombre actual (y al decir actual se trata de la humanidad en curso, de la que se
degradaba ya hace casi cincuenta siglos, cuando fue redactada la obra que acabamos de citar)
está enfermo, debilitado, y sólo excepcionalmente llega al centenario. ¿No es esto un síntoma
de decadencia? No sabe ya desplazarse por sí mismo en el espacio y, para hacerlo, tiene que
utilizar máquinas, no oye no ve ciertas cosas, y también en este aspecto tienen que recurrir a
una ayuda exterior. Tocamos aquí un punto capital en lo que respecta a la comprensión del
hombre moderno: parece que somos cada vez más geniales, puesto que la técnica da pasos de
gigante. Bonito progreso, en verdad, el que consiste en fabricar todos los bastones, muletas y
sillas de ruedas que el hombre necesita ahora para intentar —sin conseguirlo, ni mucho
menos— equipararse a su verdadero antepasado."
"En su inevitable caída, el hombre tiene la posibilidad de comportarse de varias
maneras:
Puede, en primer lugar dejarse arrastrar lisa y llanamente, es decir, según la expresión
de moda, «participar» en el llamado progreso, maravillándose ingenuamente al ver a su
contemporáneo hollar el suelo de la luna o superar, en tal o cual estadio, una marca atlética.
Para éste, el auriga no está soñoliento ni dormido: agoniza.
O bien, segunda actitud, el hombre reacciona y, rechazando deliberadamente el Suelo,
trata de remontarse hacia el Cielo, lo que se traduce en la negación de toda materialidad,
unida a una exacerbación espiritual. Esta forma de misticismo tiene el defecto de no querer
admitir la ley innegable de la caída del hombre y, para intentar la «escalada», sacrifica
voluntariamente al carruaje: privaciones de todos los órdenes, continencia, ayuno y otros
cálices, apuntan a romper las amarras que retienen al hombre en el Suelo y a echar la mayor
cantidad de lastre posible para iniciar un movimiento ascensional. Pero, entonces, ¿de qué
servirá un auriga así despertado si no tiene carruaje que utilizar? Sin apoyo y sin función, no
tendrá ya razón de ser, y a poco que las técnicas de la llamada serenidad (a base de rechaces,
de las que hemos hablado en el capítulo IV) se añadan al resto, su única actividad será el
control incesante de un caballo demasiado nervioso, cuyo estado está agravado por el hecho
de que se encuentra desocupado, dado el sabotaje sistemático del carruaje abandonado, y el
auriga acabará por renunciar a la orientación hacia arriba originalmente buscada."
"...Así, no pudieron «digerir» el modo de ser de los vencidos, ya que había que pasar a la vez del politeísmo, de la poligamia a la monogamia, del salvajismo a la mansedumbre, del calendario lunar al calendario
solar, de una orientación al norte a una orientación al sur, etc. Desde luego, se ensayaron unas
síntesis, pero éstas desembocaron solamente en incoherencia: calendarios luni-solares chinos,
un ciclo hindú en el cual el eje vertical de los estados permanece invariable, pero en el que se
ha invertido el eje horizontal de las variaciones… El tercer hijo de Adán, Set, el es símbolo de
esta tentativa de unión de las dos sub-tradiciones del agricultor y del pastor. Se sabe que Caín
mato a Abel, crimen simbólico que demuestra que, pase lo que pase, el sedentario acaba
imponiéndose. Por otra parte, el Génesis no menciona ninguna condena de Caín, el cual, por el
contrario, recibió una protección especial y terminó fundando la primera ciudad. En cuanto a
Set, no reemplazó a Abel, sino que trató de conciliar los dos puntos de vista, con los resultados
sabidos, ya que en hebreo Set significa lo mismo «renacimiento» que «tumulto».
"He aquí cómo empieza, en la memoria de los hombres, la primera humanidad, la cual
desapareció a raíz del diluvio, catástrofe planetaria registrada por todos los anales (etimología
exacta de vocablo «leyenda»). Pero el personaje de Noé demuestra que, a raíz de toda
destrucción en masa de la humanidad, siempre hay supervivientes, que los sabios toman
cándidamente por unos hombres prehistóricos emergiendo apenas del salvajismo, cuando en
realidad se trata de unos supervivientes enloquecidos (cosa muy comprensible), que van a dar
el impulso de una nueva partida. Los aficionados a los misterios bíblicos encontrarán tal vez
aquí la explicación de aquel incomprensible personaje que es Melquisedec, símbolo del
impulso dado a cada nuevo ciclo: es el referencial en su papel propulsor. Nos encontramos,
pues, actualmente, al final de la segunda humanidad iniciada en Noé (la primera correspondía
a Adán), es decir, al final de un ciclo, un hecho demostrado de un modo fehaciente por la
importancia del hombre, expresada por su alto tecnicismo. Y puesto que el Agua fue el agente
de la catástrofe anterior, no cabe duda de que será el elemento contrario, tanto para los
chinos como para los griegos (capítulo III), el que esta vez arrasará la superficie del planeta
para dejar subsistir únicamente a unos cuantos supervivientes, refugiados en grutas o en
subterráneos, y que serán considerados con una mezcla de ternura y de desdén como
primitivos por los sabios del años 30.000 ¿Es necesario precisar en qué clase de Fuego
destructor estamos pensando?
Para los Protochinos, el primer hombre se llamaba P’an Kou, el iniciado que, sobre su
barca, avanza con la ayuda de dos remos, imaginen de la primera Tradición antes de la
separación de los sedentarios y de los nómadas."
"La combinación de la fuerza propia del ideógeno y de la
propulsión compone las dos direcciones, y la resultante es una vertical hacia arriba, hacia el
Cielo, que representa la intuición, conocimiento inmediato.
Según el mismo procedimiento, un ideógeno partido hacia arriba y a la derecha,
desplazado por tanto a lo largo del referencial, verá su resultante tomando una dirección
horizontal hacia la derecha, lado adinámico: es la razón, conocimiento mediato que no puede
en modo alguno elevarse como lo hace la intuición. Esas dos diagonales limitan el sector
superior que, en virtud de su analogía con el día en el nictemerio, o también con el verano en
el año, podría llamarse el soleamiento del intelecto: es el consciente (Chen), gracias a cuya
función concebimos «claramente» las cosas."
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