Al sur de la India, vivía hace mucho tiempo un rey que tenía tres hijos.
En cierta ocasión, queriendo comprobar el grado de sabiduría de uno,
les interpeló del siguiente modo:
Decidme hijos míos: ¿Cuál es la mayor hazaña, el logro más
importante que un hombre puede realizar en la vida?
El mayor dijo:
Querido padre, a mi parecer, la mayor hazaña que puede realizar un
hombre es someter a sus vecinos, agregar sus estados al suyo y gobernar como soberano absoluto de su pueblo numeroso, siendo amado y respetado por sus súbditos.
El segundo dijo:
Para mí, no hay hazaña más grande que viajas a través de toda la
tierra, conocer los más recónditos lugares, y que no haya país en el mundo que resulte extraño o desconocido.
El tercero, apenas un niño de ocho años, dijo lo siguiente:
Querido padre, hay una hazaña que es difícil y grandiosa como
ninguna otra en el mundo. Una hazaña que pocos intentan y aún menos consiguen: conocerse a sí mismo.
Este hijo pequeño del rey, renunciando a la corte y a sus riquezas, se
hizo monje, y más allá de las letras y de las palabras, en China. El nombre de
este pequeño príncipe era Bodhidarma y fue el primer patriarca del Budismo Zen.
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