Blog donde recopilo lo (subjetivamente) mejor de fragmentos, artículos y reflexiones de textos místicos, religiosos, espirituales o filosóficos que me voy encontrando por mis peripecias literarias.

Heroes caídos

Hablaba con un buen amigo, muy comprometido con las causas sociales.

Él vivió durante un tiempo con el popular "Robin de los bancos", un joven que mediante un sistema informático robó dinero a entidades bancarias y lo donó a movimientos sociales.
Cuándo las (falsas) autoridades lo llevaron a la (in)justicia proclamo la frase con la que se llenaron los titulares de los periódicos: "El sistema carece de legitimidad para juzgarme"

Me contaba que él pensaba que sus acciones - que ciertamente habían tenido repercusión, hasta el punto de salir en los principales medios (des)informativos del país - provocarían una verdadera revolución, y sin embargo solo causaron, a juicio de sus expectativas, un ligero y efímero revuelo.
Que desde entonces, me decía, nuestro hombre se había vuelto algo taciturno y desesperanzado, al margen de la lucha.

"Pues claro", pensé.
¿Cómo no volverse misántropo al ver que tu osadía, valentía, esfuerzo y atrevimiento en pos de un mundo más justo, es recibido con tal nivel de pasividad?

Pensé fugazmente en la cantidad de luchadores anónimos y no tan anónimos, a los que la desidia y nihilismo de un pueblo absolutamente automatizado habían apagado la llama de la esperanza.

Pensé de inmediato en la parábola del tribunal de cierto diálogo platónico, en el cual un jurado infantil decide sobre la conveniencia de comer dulces, con un cocinero y un médico en defensa y acusación.

Pensé acto seguido en las incoherencias y falta de compromiso de los llamados luchadores sociales, que se van al MCDonalds tras sus manifestaciones anticapitalistas, por nombrar alguna de las más obvias.

Pensé en el cuento de Khalil Gibran, en la que un profeta baja al pueblo a transmitir su sabiduría i es ignorado y abucheado, concluyendo en:
"Antes hablaba para cambiar a los demás. Pero si ahora sigo hablando es para que los demás no me cambien a mí"

Por supuesto, pensé en La Conjura de los Necios.
Y en 1984.
Y en Fahrenheit 9/11.

Y en cuantas veces ahogo en la resignación o la transigencia mi profunda indignación y desesperación por ver hasta qué punto nuestro espíritu está ausente en cada ocaso, en cada amanecer.

Y sin embargo, todo esto ni es ni significa Nada.

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